Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!

sábado, 31 de enero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN ABRIR UN LIBRO

Cuando empecé a leer Relojes Muertos, lo primero que me sorprendió del libro -aparte del título, ya de por sí algo melancólico e impenetrable-, fue el estilo narrativo de su autora, Eva María Medina, a la que leía por primera vez: las oraciones eran cortas, muy cortas, provocando con ello una sensación de lenguaje contundente sin necesidad de expresar de forma explícita palabras duras. El texto, aunque directo, lleno de nudos que se antojaban cada vez más rotundos. Y todo ello narrado en primera persona por el protagonista con una voz aturdida y desconcertada.
Poco a poco, me fui introduciendo en una historia extraña -ya sé que la palabra ‘extraña’ no debería aplicarse en una reseña pero no puedo por menos que exponer lo que pensé y más adelante mi intención es aclararlo-, y me invadió una creciente curiosidad por conocer más sobre esta historia.
Gonzalo es dado de alta del hospital psiquiátrico donde se encuentra ingresado. Su nueva vida parece ir sobre ruedas: se incorpora al trabajo, empieza una nueva relación… Sin embargo, la vida le va ofreciendo señales que él no puede descifrar y lo que es más complejo, ni quiere ni puede obviar.
Mientras leía Relojes muertos, la sensación de inquietud y de congoja no me soltó durante todo el libro que, aunque relativamente corto, 165 páginas, me desasosegó durante su lectura. Conocer las voces que pueblan la cabeza de Gonzalo, sus no-recuerdos, y el aislamiento que le producen según que equívocos hechos -que sólo tienen sentido para él-, de manera obsesiva, eran suficiente para engancharse a esta novela que, aunque singular, me llamaba poderosamente la atención.
Relojes muertos me atrapó por ese ‘sin sentido’ al que pueden llegar las personas que han padecido o padecen algún tipo de enfermedad mental. La falta de percepción de la realidad del protagonista llega hasta el lector de manera decisiva. Eva María Medina ha conseguido en una novela apenas sin diálogos y con muchos, y complejos, recovecos en la mente de Gonzalo, recrear a la perfección el tiempo muerto del protagonista logrando una sensación casi asfixiante en toda la novela, poblada de mundos sombríos y de personas opacas que esconden delirios.
Una novela que merece la pena conocer.

Fuente: http://www.abrirunlibro.com/2015/01/relojes-muertos/

jueves, 29 de enero de 2015

ENTREVISTA EN "CREATIVIDAD LITERARIA"


EVA MARÍA MEDINA: “TENÍA QUE ESCRIBIR LA MEJOR NOVELA QUE MI TALENTO Y TRABAJO ME PERMITIESEN”



Portada Relojes muertos (2)Eva María Medina (Madrid, 1971) es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid. Autora del libro de relatos Sombras (Editorial Groenlandia, 2013), y coautora de Relatos en Libertad (Editado por Anuesca, 2014) y de Letras Adolescentes (Colección Especiales, Editorial Letralia, 2012). Ha obtenido diversos premios literarios por sus cuentos, que han sido publicados en distintas revistas literarias, españolas y latinoamericanas (Letralia, OtroLunes, Cinosargo, Entropía, Almiar, Narrativas…), y en diversas antologías. La revista La Ira de Morfeo editó un número especial con algunos de sus relatos. Relojes muertoses su primera novela. En la actualidad está ultimando la escritura de su segunda novela, Asesinos de palomas.

Juan Manuel de Prada relata en su prólogo que os conocisteis en un curso de narrativa que él impartía. ¿Qué aprendizaje has tenido como escritora? ¿Qué crees que aportan ese tipo de talleres?

Realicé un taller de escritura creativa en el que practicábamos las técnicas narrativas sirviéndonos de modelo relatos de grandes escritores. Cuando finalizó el taller, seguí escribiendo, leyendo, analizando textos de otros autores; todo esto unido a mi propia experiencia vital. Considero que este tipo de talleres acelera el proceso de aprendizaje, ayudándote a ver, de un modo objetivo y profesional, los errores más frecuentes del escritor principiante.

¿Cuándo y por qué empezaste a escribir esta novela?

Fue hace ocho años, al escribir un relato sobre la locura. Esta historia continuó dando vueltas en mi cabeza. Tuve que abordarla de manera más amplia, lo que me llevó a la novela.

¿Cómo te organizaste para escribirla? ¿O te dejaste llevar sin ningún esquema?

Aunque suelo tener claro el principio y el final de cada historia, en el acto de escribir se va desarrollando la trama y van surgiendo bifurcaciones por las que nunca hubiera pensado que caminaría. Esto es lo mágico de la escritura, los descubrimientos que vas haciendo a medida que te adentras en la historia. En Relojes muertos hice la estructura capítulo a capítulo, aunque fue más un trabajo de escenas y de ir uniendo las piezas de un puzle intrincado.

Entonces, alguno de tus personajes o tramas varió respecto a lo que tú tenías planteado en un primer momento, ¿verdad?

Por supuesto, la escritura es algo vivo que tú vas dando forma a medida que vas abordándolo. Por ejemplo, algo que parece tan nimio como el nombre de los personajes varió. También la estructura, la novela comienza en el tercer capítulo, y esos dos primeros capítulos pasaron a formar parte de visiones, recuerdos y premoniciones de Gonzalo, el personaje principal. Hubo capítulos que tuve que eliminar y, personajes —como el vecino del quinto, el mimo, o el viejo del reloj— que fueron surgiendo durante el proceso de escritura.

¿Cómo fue la evolución y cuál tu experiencia personal durante su escritura?

Experimenté sensaciones contradictorias. Hubo momentos de euforia, al descubrir una trama secundaria o un personaje, y de desaliento, cuando el material se me iba acumulando y me costaba dar sentido y coherencia al texto.

Al tratarse de tu primera novela, ¿fuiste muy autocrítica? ¿En algún momento pensaste que lo que estabas haciendo no merecía la pena?

No solo por ser mi primera novela sino también por mi carácter —perfeccionista y extremadamente exigente— fui muy autocrítica. Tenía que escribir la mejor novela que mi talento y trabajo me permitiesen. En muchas ocasiones el proyecto me desbordó, porque al esfuerzo de aprender a escribir una novela se unía el reto de meterme en la piel de un esquizofrénico y contar la historia en primera persona.

¿Cómo fue el proceso de revisión y reescritura?

Arduo, una novela requiere una disciplina de trabajo muy severa. Trabajé el texto durante meses, años, lo dejé reposar un tiempo, volví a trabajar en él, dejándolo de nuevo en reposo, lo retomé de nuevo, mes tras mes, año tras año, hasta dejar de ver errores. John Gardner en su libro Para ser novelista considera que para las verdaderas novelas no hay sustitutivo de la maduración lenta, muy lenta, y yo opino que esta es la única manera de abordar un proyecto serio.

En ocasiones cuesta poner el punto final. ¿Cómo fue en tu caso?

Creo que cuando el autor ya no puede hacer nada más por el texto debe, humildemente, poner el punto final. Pero esto cuesta mucho porque nunca estás satisfecho. Cuando relees la novela, pasado un tiempo, siempre descubres errores y piensas en las mejoras que podrías hacer.

¿Aprendiste algo que no supieras de antes como escritora de relatos?

Primero, advertí las diferencias entre estos dos géneros literarios. Mientras que el cuento actúa por condensación, la novela procede por acumulación. El rasgo principal del relato es la intensidad. La novela acepta digresiones y estas pueden ser su sustancia. Una novela admite la creación de atmósferas muy diversas, no así el cuento que debe tener su propia atmósfera.
Después, afronté el trabajo que requiere una novela: documentación y preliminares, elección del tono general que unificara el texto dándole unidad, elección del narrador y el punto de vista, lógica interna, personajes, niveles de realidad… Sin olvidar las palabras de Virginia Woolf: «Una buena novela es cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos. Tiene que ponernos quizás incómodos y ciertamente alerta. El sentimiento que nos produce no tiene que ser puramente dramático y por tanto propenso a desaparecer en cuanto sabemos cómo termina la historia. Tiene que ser un sentimiento duradero, sobre asuntos que nos importan de una forma u otra».

¿Cómo lograste que la editorial Playa de Ákaba accediera a publicar tu libro? ¿Llamaste antes a muchas otras puertas?

Llamé a muchas puertas, sin conseguir ningún resultado. Entonces, Lorenzo Silva y Noemí Trujillo lanzaron una nueva editorial, Playa de Ákaba. Envié el manuscrito a la editorial y, después de un año, cuando ya había aceptado que Relojes muertos no se publicaría, Noemí Trujillo se puso en contacto conmigo comunicándome que mi novela era una gran novela y quería publicarla.

Muchos noveles recurren ahora a la autoedición, ¿tú te lo planteaste?

No, nunca llegué a planteármelo porque considero que es el editor el que tiene que apostar por el texto y su autor. Lo veía, y lo sigo viendo, un filtro necesario.

Ahora estás finalizando tu segunda novela. ¿Qué período de transición necesitaste para pasar de una historia a otra?

Creo que al terminar un proyecto en el que has empleado tanto tiempo y energía necesitas un periodo de barbecho (leer, pasear, pensar en otros temas…). Y es durante este tiempo cuando te surge otra historia que necesitas contar.

¿Has variado algo respecto a Relojes muertos?

Por supuesto, después de escribir una novela adquieres un dominio mayor del material narrativo (el ritmo, la construcción de escenas, la caracterización de personajes, la atmósfera, el tono…) y esto te ayuda a afrontar el siguiente proyecto sin tanto temor.

¿Y de qué tratará tu siguiente libro?

Del alcoholismo, me interesa escribir sobre el sufrimiento humano, por lo que estas situaciones marginales y de exclusión social estarían dentro de ese «gran» tema.

Para aquellos que no te conozcan, ¿cómo definirías tu estilo? ¿Y a base de qué lo has ido construyendo?

Considero que el estilo literario va muy unido a la historia que quieres contar. El estilo fracasa si no se amolda a la sustancia de lo que se cuenta. Fondo y forma son indisolubles. Me resulta muy difícil analizar lo que escribo o del modo que lo escribo. Además, no sé realmente si todavía tengo un estilo propio. Raymond Carver consideraba que un escritor que poseyera una forma especial de contemplar las cosas, y que supiera dar una expresión artística a sus contemplaciones, tardaba en encontrarse. Quizá todavía sea pronto.

miércoles, 28 de enero de 2015

RESEÑA DE "RELOJES MUERTOS" EN EL BUSCALIBROS

Me sentía tan bien, como si acabase de poner la última pieza a un puzzle de mil o dos mil piezas. Sin preocuparme por si habría alguna debajo de la mesa o del sillón, porque las tenía todas.

Relojes Muertos es la primera novela de Eva María Medina, escritora madrileña autora de libros de cuentos como Sombras (Editorial Groenlandia, 2014) Relatos en libertad (Anuesca, 2014), y que ahora da el salto a un formato más extenso. Aún así, se trata de una novela corta que no llega a las 200 páginas. Y es que ya se sabe, lo bueno si breve, dos veces bueno.

Pese a tratarse de su primera novela, Eva María Medina no ha elegido un tema fácil o cercano, sino que se propuso el reto de introducirse en los vericuetos de una mente atormentada por la locura, por el delirio. La mente de un enfermo de esquizofrenia que, tras salir del hospital, intenta construir (o reconstruir) su propia vida en esta sociedad. Sin embargo, acciones cotidianas como ir a trabajar, salir a la calle o tener pareja, se vuelven tremendamente complicadas para él. Ésta es la historia de un hombre que intenta dar sentido a una existencia marcada por una mente enferma. 

En el texto se mezclan percepciones sensoriales, visiones, con pensamientos. Se confunde lo real con lo imaginario, siendo difícil reconocer si lo que estamos leyendo pertenece al terreno de los sueños, de la imaginación o si verdaderamente esas imágenes extrañas y fantásticas están siendo vistas por los ojos del personaje. La lectura te transporta a ese nivel de confusión, mimetizando nuestra propia mente con la del protagonista, introduciéndonos dentro de él.

Por las páginas de esta novela se pasean personajes que han dejado de entender el significado de su vida, que viven por inercia por el simple hecho de que están vivos. Pero, ¿acaso no nos hemos sentido todos alguna vez así? Cordura y locura están muy cerca, y muchas veces identificaremos como propios esos comportamientos incoherentes y dañinos.

Texto arriesgado, valiente e imprevisible. Eva María Medina hace uso de un estilo diferente, que llama la atención por el uso reiterado de frases cortas, y que consigue un ritmo ágil. Relojes muertos es una novela muy bien construida, recomendable para todos aquellos que sientan curiosidad por introducirse en lo más oscuro de nuestra mente y nuestra naturaleza.

     INMA HERENCIA

Fuente: http://www.el-buscalibros.com/2015/01/relojes-muertos-de-eva-maria-medina.html#.VMjsVlqm4zU